Ciencia y Conciencia.
¿Cómo modelamos éste interés en los hijos y las hijas?
Para iniciar con el tema que nos ocupa, empecemos por examinar dos palabras que estaremos utilizando a lo largo de este escrito. La primera es motivación y está estrechamente relacionada con el querer hacer, con la fuerza interna que nos impulsa a alcanzar una meta. Napoleón Hill clasificaba esta fuerza interna en dos tipos, los motivos positivos y los motivos negativos. En los primeros, activamos esa fuerza interna para alcanzar nuestros objetivos, pero en los segundos, es decir, en los motivos negativos, esa fuerza nos hace alejarnos (por ejemplo la motivación que nos mantiene lejos de las drogas). En fin, podríamos decir que la motivación nos impulsa a satisfacer nuestras necesidades.
La segunda palabra que examinaremos es ciencia, la cual entenderemos como la búsqueda de conocimiento, al cual llegamos con métodos y sistematizaciones, elaborados mediante observaciones, razonamientos y pruebas metódicamente organizadas.
La ciencia se vale de diferentes métodos y técnicas para la adquisición y organización de conocimientos sobre la estructura de un conjunto de hechos objetivos y accesibles a varios observadores. En palabras no muy complicadas la ciencia es un camino de estructura objetiva, o sea, nos enseña como, sin utilizar nuestro criterio, experiencia y conocimiento, podemos llegar a conclusiones.
Después de la explicación de estos dos conceptos me voy a internar bien profundo en mis recuerdos, y como científico de la conducta humana tratar de encontrar en ellos mis motivos personales que poco a poco me convirtieron en un profesional que a diario hecha mano del método científico para resolver sus situaciones laborales.
Me remonto quizás a alguna navidad en donde apareció debajo del arbolito no un carrito (y los hubo), no un muñeco, pero si un microscopio. Que interesante objeto, y más interesante aún porque sin la ayuda de mis padres jamás hubiera descubierto para que servía. Ese interesante aparato me hizo soñar con personificar al señor de los lentes y la bata blanca que aparecía en algunas series de T.V. o películas. Recuerdo también una colección de libros que apareció en la biblioteca de casa como a mis siete años de edad. Se llamaba: “Mis Primeros Conocimientos” y, en uno de esos libros explicaban como hacer experimentos científicos; ahí me enteré que un huevo no se puede romper apretándolo con los dedos por sus extremos inferior y superior, pero que muy fácil se podría romper si lo aprietas de lado, también entendí el complicado aparato telefónico mediante un pabilo y dos vasitos plásticos. O el día que jamás voy a olvidar, mi primera visita al Museo de los Niños y al Museo de Ciencias. ¿Qué niño habitante de la Caracas de los ´80 no soñaba con meterse dentro de la molécula?. Imagínense que ese día incluso caminé por la superficie lunar. Y cómo no dejarme llevar a la autopista del recuerdo cuando pienso en mi papá explicándome al más mínimo detalle como lijar un trozo de madera para después pintarlo con apenas diez años. O a mi madre el día que me inscribió en la academia de piano.
La motivación en nuestros hijos e hijas al igual que en nosotros, es interna, pero se activa y estimula desde distintos cuadrantes. Un regalo puede despertar el interés por la ciencia o por los deportes o por la música, lo importante como padres y madres es que entendamos el poder de un regalo, no sólo como la manera de complacer un capricho, sino como la oportunidad de compartir con nuestros hijos e hijas y despertar en ellos distintos intereses que le sirvan en su vida adulta como fuente de enriquecimiento espiritual, emocional, profesional y en definitiva personal.
Pero los obsequios son sólo un medio, otro interesante son los paseos. Salir con nuestros hijos requiere de un cuidadoso examen en donde deberían surgir preguntas como ¿El lugar a donde estoy llevando a mis hijos es seguro para ellos? ¿Encontrarán en este lugar buenos ejemplos? ¿Es este sitio una fuente de motivación para ellos en alguna área?
Otra fuente motivacional de los niños y niñas, es el ambiente escolar, que junto con el apoyo de los padres, madres y representantes conjugarán el interés del pequeño por diversas áreas. Hacer las tareas con ellos, preguntarles sobre sus deberes y compartirlos de manera entusiasta, es la mejor fórmula para que dichos deberes encuentren un cauce divertido y apasionante para el niño o niña.
La ciencia irá acompañada de conciencia, tanto moral como ciudadana y ética. Es por ello que ante cualquier estimulación por el interés en un área en particular, deberá surgir también el ejemplo del adulto o adulta en la vida cotidiana, enalteciendo los valores en nuestros hijos e hijas de cuidar la naturaleza, nuestro planeta, no dañar las plantas, no hacer maldades o travesuras a los animales, ayudar a sus compañeritos y compañeritas, fomentar el compañerismo y los buenos modales, no reforzar conductas agresivas, etc.
proviene de las enseñanzas de nuestros padres y nuestras madres,
en esos momentos en que no pretendían enseñarnos nada...
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