
Durante casi siete décadas, se ha mantenido vigente la definición de salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (1). No obstante, la clínica continúa mostrando las múltiples debilidades y amenazas que encaran tanto los/as pacientes, como el personal sanitario, para lograr el deseado equilibrio que permita el disfrute del preciado bienestar. Lo anterior, en consideración de la compleja interdependencia de las variables constitutivas de los seres humanos, así como de la satisfacción de sus necesidades biológicas, psicológicas y socioculturales.
En este sentido al hablar de salud integral, se reconoce “un proceso dinámico de interrelación entre el individuo y su entorno social, económico, cultural, ambiental y político; que contribuye a su bienestar físico, mental, social y espiritual”(2).
De forma contraria al hablar de enfermedad, se piensa en un proceso de desequilibrio ocasionado por múltiples factores que contribuyen con el estado de malestar y de riesgos de discapacidades en los diferentes escenarios de la vida, y de defunciones por afecciones prevenibles, cada vez a edades más tempranas.
En esta línea pueden nombrarse por ejemplo las enfermedades no transmisibles (ENT) informadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tales como cardiopatías y neumopatías, accidentes cerebrovasculares, cáncer y diabetes, las cuales se pueden reducir mediante políticas gubernamentales orientadas a restringir el consumo del tabaco, el consumo nocivo de alcohol, las dietas malsanas y la inactividad física, y proporcionar cobertura sanitaria universal(3).
Salud Integral aún en la Enfermedad.
No cabe duda de la imperiosa necesidad de fomentar estilos de vida saludables que minimicen el padecimiento físico y emocional, el deterioro en las relaciones sociales y en el rendimiento ocupacional, así como los costos económicos crecientes en diagnosis y tratamientos.
Para ello, resulta indispensable evolucionar en diseños de programas de: (1) prevención de enfermedades y (2) promoción de la salud:
*En materia de prevención, se plantea desde una visión más amplia, el sentido utilitario de cambios en los elementos que conforman el conocido triángulo epidemiológico que inicialmente se utilizó para luchar contra las infecciones y las enfermedades parasitarias (4): En este contexto, hoy por hoy:
A.-Se incluiría en el agente, la combinación de factores que por defecto o exceso contribuyen o perpetúan la enfermedad, p.ej. acontecimientos estresantes, aislamiento social, desempleo, pobreza y desesperanza.
B.-Se vería al huésped, como participante activo de su curación, en consideración de su estado cognitivo, emocional, social y conductual, a nivel personal, grupal y comunitario.
C.-Se concebiría en el ambiente, la relevancia de las vinculaciones significativas y de socialización, el apoyo grupal profesional, laboral, social y religioso, así como los conocimientos, creencias o sistema de valores y actitudes, en interrelación de sus planos interpersonal, social/económico y cultural/ideológico.
*En materia de promoción de la salud, de acuerdo con la Carta de Ottawa, se considera “un proceso de capacitación (enabling) de los individuos y colectivos (communities) para que tengan control sobre los determinantes de la salud con el objetivo de tener una mejor calidad de vida. Ello, a partir de la ampliación de los enfoques curativo y clínico, y del fortalecimiento de acciones volcadas a la promoción con miras a una práctica integral de salud.”(5)
En el marco de la nueva promoción de la salud, el empoderamiento, viene a representar una piedra angular, que en lo psicológico es entendido como “un sentimiento de mayor control sobre la propia vida que los individuos experimentan a través de su pertenencia a distintos grupos”(6) y, que en lo comunitario/social es considerado “un proceso de validación de la experiencia de terceros y de legitimación de su voz… apuntando al aumento del control sobre la vida por parte de los individuos y las comunidades, la eficacia política, mayor justicia social y la mejora de la calidad de vida.”
La Enfermedad como Oportunidad para Integrar la Personalidad.
Podemos enmarcar una nueva visión de la enfermedad como una ocasión propicia para el despertar de la consciencia y una integración de la personalidad en el/la paciente. A partir de una postura de autoconocimiento y una actitud reflexiva y constructiva, en procura de hallar respuestas a diversas interrogantes facilitadoras del desarrollo personal: ¿Qué he venido haciendo o dejado de hacer, que haya contribuido con el desequilibrio en mi sistema de salud-enfermedad?, ¿Qué rasgos de mi personalidad se han convertido en tendencias no saludables para mi?, ¿Cuáles de mis hábitos han resultado amenazadores para mi salud?, ¿Desde cuándo he venido alimentando un estilo de vida deteriorante?. La utilidad o el ¿Para qué? de las respuestas deberán permitir que el/la paciente transite un nuevo andar, instaurando y afianzando nuevos hábitos más equilibradores, protectores y saludables.
Como expresa Hoffmann (2011), “Quien quiera sanar debe estar dispuesto al autodescubrimiento, la reflexión y al cambio…. Quien quiere recuperar la salud, está dispuesto a hacer lo que se requiera: hacer ejercicios, cambiar la dieta, desintoxicarse, rehabilitarse, aprender a vivir menos estresadamente, etc.”(7)
Contribuyendo con un Modelo de Empoderamiento de la Salud.
Citando a Carvalho (2008), “los servicios de salud que previenen la enfermedad, que curan y que rehabilitan, deben tener como objetivo contribuir al aumento de la capacidad reflexiva y de intervención de los diferentes sujetos sobre lo social. Al contribuir a la constitución de ciudadanos saludables, conscientes de sus derechos y portadores del ´derecho a tener derechos´, estos servicios aumentan la posibilidad de acciones sociales que incidan positivamente sobre los múltiples determinantes y condicionantes del proceso salud/enfermedad”. (8)
En efecto, los/las pacientes de los últimos tiempos, cada vez más conscientes de sus derechos, de una u otra forma vienen integrándose a ´colectivos´ que les reconozcan y les comprendan en una relación más simétrica y empoderadora. En torno a ello, están tomando decisiones acerca del curso y el tratamiento de su enfermedad.
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han contribuido con el proceso de empoderamiento psicológico y social de los/las pacientes, ya que les están posibilitando el acceso a un amplio espectro de nociones y recomendaciones para lidiar con su padecimiento.
Lo descrito, evidentemente vincula con las decisiones sobre la salud, con la relación médico-paciente que se establezca y con la adherencia al tratamiento que se prescriba.
Por ello el personal sanitario debe incorporar en su modelo de atención, estrategias orientadoras y educativas que lejos de desmerecer la iniciativa de los/as usuarios/as o pacientes, más bien les refuerce su rol de actores comprometidos/as y participantes activos en la gestión del proceso de recuperación.
De acuerdo con Gómez (2011), 80 % de los internautas acuden a Internet para buscar información de salud, 1 de cada 6 consulta Internet antes de ir al médico y, 1 de cada 4 consulta después de ir al médico para confirmar el diagnostico o tratamiento (9).
“Un paciente empoderado, es un paciente informado que tiene la capacidad para decidir, satisfacer necesidades y resolver problemas, con pensamiento crítico y control sobre su vida”(10); “Un paciente que obtiene control sobre las propias decisiones y acciones que afectan su salud”(11).
A modo de cierre, es saludable impulsar el empoderamiento como valor, el cual parafraseando a Zimmerman (2000): promueve el cambio, enfatizando los aspectos positivos del comportamiento humano, como las capacidades y la promoción del bienestar más que la curación de problemas o identificación de factores de riesgo…. analizando las influencias del contexto en vez de culpabilizar a las víctimas…. e incluyendo acciones, cogniciones, motivaciones, sentimientos y por lo tanto, resultados (12).
Los grupo de ayuda mutua, así como las terapias de grupos fomentan y guían el intercambio de conocimientos acerca de:
- La enfermedad, su curso y su pronóstico.
- Los propios síntomas y significados de éstos en la vida diaria.
- El impacto emocional del afrontamiento a la enfermedad, incluido el tratamiento farmacológico y sus posibles efectos secundarios.
- La presencia o ausencia del apoyo familiar y social.
- Los desafíos a vencer mediante el fortalecimiento de diversas habilidades para vivir con resiliencia o potencialidad de emerger fortalecidos/as y, verdaderamente integrados/as en su personalidad.
En definitiva, los tópicos mencionados entre otros, nutren el proceso de empoderamiento de las personas que se ocupan de recuperar y mantener su merecida salud integral, aprendiendo de sí mismos/as y de otros/as.
Cómo citar este artículo:
Guzmán, I. (10 de octubre de 2016). La Enfermedad como Despertar de la Consciencia. grupoambos.com.
https://grupoambos.com/la-enfermedad-como-despertar-de-la-consciencia/.
IDHALY GUZMÁN autora de este artículo es Psicóloga General Sanitaria por la Universidad Europea de Valencia. Estudió el grado en Psicología mención Salud en la UNED. Previamente Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Central de Venezuela y Máster en Sexología por el CIPPSV.
Es especialista en el manejo cognitivo-conductual de trastornos sexuales, ansiedad, estrés, depresión y trauma por violencia sexual y de género. Facilitadora de programas psicoeducativos para la salud y métodos de relajación integral y creativa.
Consulta online: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2015/noncommunicable-diseases/es/
Consulta online: http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/706/9275315906.pdf?sequence=1
http://es.slideshare.net/albertogomez/marketing-digital-oportunidad-en-healthcare-ag
Quality And Safety of Care. Ciencia y EnfermerIa XIX (1): 7-9, 2013. Consulta online: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-95532013000100001&script=sci_arttext
12. Zimmerman, M. (2000). Empowerment Theory. En J. Rappaport & E. Seidman (Eds). Handbook of Community Psychology (pp. 43-63).
New York, NY: Kluwer. En: Silva, C. y Martínez L. (2004): Empoderamiento: Proceso, Nivel y Contexto. Psykhe, vol. 13, núm. 2, pp. 29-39. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Consulta online: http://es.slideshare.net/chayolarios/empoderamiento-proceso-nivel-y-contexto
Créditos:
– Médica y médico online por Tumisu en https://pixabay.com/
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