Pensamiento y Conducta en el Déficit de Autoestima

Para afirmar que una persona posee un nivel de autoestima inadecuado, hay que evaluar con instrumentos psicológicos (cuestionario/test) diversas áreas, roles y situaciones de la persona; y su relación con el grado de importancia y sentimientos que dichas evaluaciones producen.  

Un déficit de autoestima induce comportamientos acordes a la forma de sentirse de la persona. Es decir, sensación de sentirse mal consigo mismo y de forma continua, independientemente de la situación o de los logros. También pueden observarse en el déficit de autoestima, comportamientos excesivamente agresivos, arrogantes o fanfarrones. Este último caso suele conocerse como `falsa autoestima´.

Algunas características de las personas con baja autoestima se reflejan en lo extremadamente críticas que son consigo mismas; a su vez, pueden refractarse en exigencias y críticas hacia los demás. 

Suelen analizar constantemente cada gesto, cada acto y cada pensamiento que tienen. Esto les permite sentir que cada vez `serán mejores´ y que serán, por ende, cada vez más respetados o respetadas por terceras personas.

Los pensamientos y consecuentes comportamientos se refuerzan de forma intermitente.  La mayoría de las veces no se gustan a sí mismos o a sí mismas, por la obvia desventaja de no alcanzar su ideal; aunque en algunas ocasiones si lo alcanzan. Esta intermitencia de resultados mantendrá sus esfuerzos por gustarse.

El ciclo explicado en el párrafo anterior no es estable, o sea, no se mantiene en el tiempo con los mismo valores. Suele crecer en cuanto a frustración y en cuanto a áreas y/o roles que afecta. O el área/rol afectado aumentará en su nivel de autocrítica. 

Como era de esperar, todo lo anterior puede resultar en un excesivo temor a cometer errores, despertándose una gran sensibilidad a las críticas. No es extraño que la persona sienta o piense mal de las intenciones de los demás. O que encuentre intenciones ocultas en los comportamientos de otros y otras.

La comparación incesante con otras personas, les lleva a sentirse constantemente amenazados o amenazadas. Les alivia la constante aprobación de otros y otras.

En un valle muy pronunciado de los déficits, pueden encontrarse sentimientos negativos de envidia, miedo al abandono o celos patológicos. 

Todo lo anterior está precedido por algunas distorsiones cognitivas. De ellas, la mas relevante es la focalización en lo negativo y/o la descalificación de las experiencias positivas. Sin embargo, otras distorsiones alimentan la receta. 

Personalizar: pensar constantemente que todo tiene que ver consigo mismo o consigo misma.
Generalizar: llegar rápidamente a conclusiones de todo o nada con pocos datos.
Maximización y minimización: sobrestimar o subestimar las situaciones.
Etiquetación: adjudicarse etiquetas, decirse a sí mismo o a sí misma frecuentemente adjetivos calificativos negativos, como soy negligente, torpe, no valgo, soy un desastre y otros por el estilo.

Falacia de cambio: decirse a sí mismo o a sí misma frecuentemente`debería´, o pensar que, `si esto o aquello cambiara, entonces podría cambiar yo también´.
Razonamiento emocional: realizar asociaciones del tipo `si me siento mal, eso quiere decir que soy neurótico/neurótica´ o `si me siento impostor o impostora será porque lo soy y me van a descubrir´.
Inferencia arbitraria en la lectura de la mente: adelantar una determinada conclusión en ausencia de la evidencia que la apoye o cuando la evidencia es contraria, como por ejemplo, `…no me ha llamado´, `seguro que le caigo mal´, `No me saludó, seguro está molesto o molesta conmigo´, `me parece que´…

El estilo atribucional o la explicación que me doy sobre la causa de que algo ocurra, en el déficit de autoestima suele ser interno, estable y global en situaciones adversas. Esto quiere decir que cuando se interpreta que algo ha salido mal, la persona atribuye la causa a sí misma, creyendo que será así la mayor parte del tiempo y que no podrá cambiarlo de forma significativa. Si llega tarde al trabajo, puede pensar: `…soy un desastre, siempre llego tarde a todas partes…´

Este estilo atribucional es un factor de riesgo para la depresión y la ansiedad, cómo lo es también el propio déficit de autoestima.

Si durante la lectura de este artículo te has sentido identificado o identificada con las descripciones generales que en él se han desarrollado, sería recomendable que explores la oportunidad de pedir una opinión experta, basada en evidencia y que incluya una etapa de evaluación. Preferiblemente de un/a profesional de la psicología, que pueda posteriormente acompasarte en el camino de la recuperación de tu autoestima y con ello tu bienestar.

MIGUEL CONSTENLA
Psicólogo de la Salud – Investigador Social y de Mercado
Máster en Ciencias Sociales y del Comportamiento
Especialista en Autoestima, Mediación y Parejas
@orbita.psicologica